aNSIEDAD
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QUÉ ES
La ansiedad es un conjunto de procesos fisiológicos y psicológicos que se dan al percibir peligros reales o imaginarios. Como resultado se activa nuestro sistema nervioso y entramos en “modo alerta”.
En principio esto nos prepara para reaccionar rápidamente si fuera necesario, se trata por lo tanto de una respuesta adaptativa, una respuesta de supervivencia que ha de ser proporcionada al estímulo que la desencadena.
Sin embargo, cuando se mantiene en el tiempo de forma elevada ante estímulos que no son una amenaza real resulta desadaptativo, ya que es difícil de controlar e interfiere afectando o limitando nuestra vida.
Por otro lado, mantener cierto nivel de estrés es positivo respecto al rendimiento (Ley de Yertes-Dobson), ya que en una situación estresante cierto nivel de ansiedad mejora nuestra eficacia, aunque al sobrepasar ciertos niveles desciende el rendimiento y aparece el bloqueo.
PREVALENCIA
Según las cifras, nueve de cada diez españoles (96%) han sentido estrés en el último año, y cuatro de cada diez (42,1%), lo han hecho de manera frecuente o continuada.
En cuanto a las consecuencias del estrés recurrente, más de la mitad de los españoles declara sufrir algún perjuicio grave (desarrollo de una enfermedad física o problemas psicológicos como ansiedad o depresión).
SINTOMAS PRINCIPALES
Podemos diferenciar varios tipos de síntomas según su origen: Físicos, cognitivos y conductuales.
En primer lugar veamos algunos de los síntomas físicos:
– Presión en el pecho y sensación de ahogo o falta de respiración.
– Tensión muscular y temblores.
– Sudoración.
– Hormigueo en las extremidades.
– Problemas en la calidad o cantidad del sueño.
– Disminución o aumento del apetito.
– Sensación de mareo.
También se dan ciertos síntomas cognitivos:
– Ideas extremas y catastrofistas.
– Pensamientos repetitivos de miedo a los síntomas.
– Problemas de memoria, atención y concentración.
– Miedo a volverse loco/a.
Y por último, también aparecen síntomas conductuales:
– Evitar sitios concurridos y/o relaciones sociales.
– Evitación de situaciones asociadas a la ansiedad.
– Excesiva comprobación sobre los síntomas corporales o visitas al médico.
A su vez, estos síntomas mantienen el problema: cuando evitamos ciertas situaciones sentimos alivio, pero al evitar realmente lo que hacemos es perpetuar el problema, como resultado mantenemos un circulo vicioso del que sólo saldremos en la medida en la que afrontemos y aprendamos a gestionarla poco a poco.
OTRAS FORMAS DE ANSIEDAD
Además de los síntomas, el problema puede evolucionar o desarrollarse de diferentes formas, dando lugar a diferentes trastornos, como:
Ansiedad generalizada: Ansiedad y preocupación persistentes y excesivas.
Trastorno de pánico: Episodios repetidos de ansiedad, con miedo o terror intensos que alcanzan picos muy elevados en muy poco tiempo.
Ansiedad por separación: Ansiedad es excesiva y que se relaciona con la separación de los padres.
Fobias: Altos niveles de ansiedad, miedo o rechazo a determinadas situaciones u objetos, existen muchos tipos de fobias según el estímulo que desencadene la respuesta: claustrofobia (espacios cerrados), hematofobia, (sangre, heridas o inyecciones) aerofobia (volar). Véase el área de fobias para más información.
Trastorno de ansiedad no específico y específico: Término que se usa para clasificar la ansiedad y fobias cuando no cumplen los criterios para otro trastorno pero son lo suficientemente perturbadores para quien los sufre.
Cualquiera que sea el tipo de ansiedad que padezcas, un tratamiento puede ayudar.
TRATAMIENTO
El primer paso para superarla es entenderla y saber en qué consiste, es lo que llamamos psicoeducación. Muchas personas son conscientes de tales sensaciones de forma repentina, lo que provoca esa activación del estado de alerta la mayor parte del tiempo. Como consecuencia se mantiene ese círculo vicioso y a medio-largo plazo puede llegar a afectar a su estado anímico al no ver solución al problema.
Veámoslo con un ejemplo: Estoy acelerado por x motivo (puede ser que lleve una mañana ajetreada y por eso esté acelerado), esto se traduce en taquicardia entre otros síntomas. Hasta aquí es una respuesta normal de mi cuerpo, pero si mi interpretación de esa sensación es que va a darme un infarto, esa activación se mantendrá a causa de mi pensamiento.
¿Cómo es la terapia?
En cuanto a la terapia cognitivo-conductual es evidente su éxito en el tratamiento de la ansiedad, numerosos estudios e investigaciones conocidos avalan su eficacia a través de técnicas como la exposición progresiva, la desensibilización sistemática y habilidades de afrontamiento.
El objetivo principal de la terapia no es que los síntomas desaparezcan (se conseguirá a lo largo del proceso), pero para ello, es necesario perder el miedo a la misma, aprendiendo a gestionarla y recuperando la sensación de control. Primero se identificarán dichas sensaciones, siendo conscientes de nuestras emociones y pensamientos, normalizando estas sensaciones de alarma, seguidamente se irán gestionando durante el transcurso de la terapia.
¿HABLAMOS?
No lo dudes y reserva tu tiempo para aprender a gestionar la ansiedad.
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