Aparte del tratamiento farmacológico, el tratamiento cognitivo conductual ha demostrado poseer una eficacia similar o superior, presentando menor tasa de recaída y eliminando posibles efectos secundarios.
El tratamiento cognitivo conductual es relativamente fácil de entender: Como trastorno de ansiedad, se necesita de una exposición progresiva para que la ansiedad vaya disminuyendo, pero en éste caso, la exposición al estímulo se realizará con prevención de respuesta.
Por ejemplo: ante un TOC de higiene con la compulsión del lavado de manos, el paciente puede exponerse a la suciedad,
evitando realizar la conducta compulsiva (lavarse las manos). Esta situación se repite hasta que la ansiedad
va disminuyendo de forma notable y el paciente se siente cada con más control,
ayudando a resolver el problema conforme se siga trabajando.
Resumiendo, se tratará de exponer al paciente a los estímulos temidos sin que ejecute el ritual que sige.
Aunque la efectividad del tratamiento está demostrada, no pocos pacientes no finalizan el tratamiento, ya que la exposición con prevención de respuesta es duro.
¿Cómo se consigue?
A raíz de lo anterior es indispensable conocer y trabajar técnicas de relajación para gestionar la ansiedad en el momento de la exposición, evitando ataques de pánico y agravar el problema.
Respecto al componente cognitivo, aprender a trabajar los pensamientos irracionales, ya que serán sin duda fuentes de ansiedad.
Y por último, respecto a la conducta, se trabajará la exposición con prevención de respuesta (teniendo ya las herramientas descritas anteriormente) a través de la desensibilización sistemática (aplicar una jerarquía de estímulos estresantes a través de imágenes, exposición en imaginación y/o en realidad virtual y finalmente en vivo).